“Cada lugar sobre el que la planta de tu pie pise,
yo te lo he dado.” [Josué 1:3]
La
mayoría de las personas están familiarizadas con la historia de Josué
conquistando la ciudad de Jericó. Lo que ellos no saben es que esta historia es
la fórmula perfecta para la Victoria, bajo cualquier circunstancia y contra
todo pronóstico.
Está
recogido que Josué estaba armado sólo con el conocimiento de que cada lugar
sobre el que la planta de su pie pisara le sería dado; que él deseaba
conquistar o pisar sobre la ciudad de Jericó pero se encontró con los muros que
lo separaban de la ciudad infranqueable. Parecía físicamente imposible para
Josué ir más allá de estos enormes muros y plantarse en la ciudad de Jericó.
Sin embargo, fue dirigido por el conocimiento de la promesa de que, a pesar de
todas las barreras y obstáculos que le separaran de sus deseos, si podía tan
sólo plantarse en la ciudad, le sería dada.
El Libro
de Josué además recoge que en lugar de luchar con este problema gigante del
muro, Josué contrató los servicios de la prostituta Rahab, y la envió como
espía a la ciudad. Cuando Rahab entró en su casa, que estaba situada en medio
de la ciudad, Josué – que tenía el paso firmemente impedido por los
infranqueables muros de Jericó – hizo sonar su trompeta siete veces. Al séptimo
toque, los muros se derrumbaron y Josué entró en la ciudad victoriosamente.
Para el
no iniciado, esta historia no tiene sentido. Para el que la ve como un drama
psicológico, en vez de como un registro histórico, es de lo más reveladora.
Si
siguiéramos el ejemplo de Josué, nuestra victoria sería igual de simple. Josué
simboliza para ti, lector, tu estado presente; la ciudad de Jericó simboliza tu
deseo u objetivo definido. Los muros de Jericó simbolizan los obstáculos entre
ti y la realización de tus objetivos. El pie simboliza el entendimiento;
colocar la planta del pie sobre un lugar determinado indica fijar un estado
psicológico determinado. Rahab, la espía, es tu capacidad para viajar
secretamente o psicológicamente a cualquier lugar en el espacio. La conciencia
no conoce fronteras. Nadie puede detenerte de morar psicológicamente en
cualquier punto, o en cualquier estado en el tiempo o el espacio.
A pesar
de las barreras físicas que te separen de tu objetivo, puedes, sin esfuerzo o
ayuda de nadie, aniquilar el tiempo, el espacio y las barreras. En consecuencia,
puedes morar, psicológicamente, en el estado deseado. Así que, aunque no seas
capaz de pisar físicamente sobre un estado o ciudad, siempre puedes pisar
psicológicamente sobre cualquier estado deseado. Por pisar psicológicamente,
quiero decir que tú puedes ahora, en este momento, cerrar tus ojos y después
visualizar o imaginar un lugar o estado que no sea el actual, SIENTE realmente
que estás ahora en tal lugar o estado. Puedes sentir que esta condición es tan
real que al abrir los ojos estarás sorprendido de descubrir que tú no estás
físicamente allí.
Esta es
la aplicación de esta fórmula victoriosa como un místico moderno la revela hoy
en día:
Primero:
define tu objetivo (no la manera de obtenerlo) – sino tu objetivo, puro y
simple; sabe exactamente qué es lo que deseas de modo que tengas una clara
imagen mental de ello.
Segundo:
aleja tu atención de los obstáculos que te separan de tu objetivo y coloca tu
pensamiento en el objetivo mismo.
Tercero:
cierra tus ojos y SIENTE que tú estás ya en la ciudad o estado que querías
conquistar. Permanece dentro de este estado psicológico hasta que obtengas una
reacción consciente de completa satisfacción en esta victoria. Entonces,
simplemente abriendo los ojos, regresa a tu estado anterior de conciencia.
Este
viaje secreto al estado deseado, con su subsiguiente reacción psicológica de
completa satisfacción, es todo lo necesario para lograr la victoria total. Este
estado psíquico victorioso se encarnará a pesar de toda oposición. Posee el
plan y el poder de auto-expresión. De este punto en adelante, sigue el ejemplo
de Josué, que, después de morar psicológicamente en el estado deseado hasta que
recibió una completa reacción consciente de victoria, no hizo nada más para
lograr esta victoria que hacer sonar siete veces su trompeta.
El
séptimo toque simboliza el séptimo día, un tiempo de quietud o descanso, el
intervalo entre los estados subjetivo y objetivo, un periodo de embarazo o
expectativa gozosa. Esta quietud no es la quietud del cuerpo, sino más bien la
quietud de la mente – una pasividad perfecta, que no es indolencia sino una
quietud viva nacida de la confianza en esta ley inmutable de la conciencia.
Quienes
no están familiarizados con esta ley o fórmula para la victoria, en un intento
de acallar sus mentes, consiguen sólo adquirir una tensión quieta, que es nada
más que ansiedad comprimida. Pero tú, que conoces esta ley, encontrarás que
después de conquistar el estado psicológico que sería tuyo si ya estuvieras
victoriosa y realmente arraigado en esa ciudad, avanzarás hacia la realización
física de tus deseos. Harás esto sin duda o miedo, en un estado mental fijado
en el conocimiento de una victoria preestablecida.
No
tendrás miedo del enemigo, porque el resultado ha sido determinado por el
estado psicológico que precedió a la ofensiva física; y todas las fuerzas del
cielo y la tierra no pueden detener el cumplimiento victorioso de ese estado.
Quédate
quieto en el estado psicológico definido como tu objetivo hasta que sientas la
emoción de la Victoria. Entonces, con la confianza nacida del conocimiento de
esta ley, observa la realización física de tu objetivo.
...Permaneced
firmes, estad tranquilos y observad la salvación de la Ley con vosotros... [2
Crónicas 20:17]
Traducido
por Manu LDA
Tomado
del libro YOUR FAITH IS YOUR FORTUNE, capítulo 27 “A Formula for
Victory”, Neville Goddard (1941)
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