"Dentro de cada uno de nosotros hay un silencio, un silencio tan vasto como el universo. Y cuando experimentamos ese silencio, recordamos quiénes somos”.
Los ciclos de crecimiento cultivan nuestra Divinidad
“El
proceso de la jardinería no se trata de tener o tomar: se trata de dar”, dice
Gunilla Norris, psicoterapeuta radicada en Connecticut y autora del libro A
Mystic Garden: Working with Soil, Attending to Soul (Un Jardín Místico:
Trabajando con el Suelo, Asistiendo al Alma). “Y al dar, el jardín nos da de
nuevo.” Ella considera que el arte de practicar la gratitud en un jardín es un
camino intencional para cultivar la espiritualidad. “Cada día, salga y dé
gracias a la tierra. La vida está creciendo a nuestro alrededor todo el
tiempo”, dice Norris. “Si solo podemos apreciar eso, ya es una gran cosa.”
No es muy
difícil ser humilde e impresionarnos por el milagro de la vida cuando vemos una
semilla empujar su pequeña cabeza color verde sobre el suelo, inclinarse hacia
el sol y desplegar su primer conjunto de hojas. Cada pedazo de la vida de una
planta sencillamente cumple su misión de crecer y ser.
“La
jardinería promueve nuestra relación con la Tierra. A través de la misma,
estamos ayudando a sanar el planeta, que es parte del trabajo que hemos venido
a hacer”, señala Al Fritsch, sacerdote jesuita en Ravenna, Kentucky, y autor
del libro electrónico Spiritual Growth Through Domestic Gardening (gratuito
en EarthHealing.info/garden.htm). A través de su vida, Fritsch ha
ayudado a convertir estacionamientos, secciones de los alrededores de las
iglesias y lugares baldíos en jardines florecientes. En su opinión, “Nos da una
sensación de hogar, nos afirma en el lugar”.
Incluso
podemos descubrir nuestro llamado personal a través del cultivo de un jardín
mientras buscamos lecciones espirituales interminables. Aquí habita la
paciencia y una apreciación por el orden natural de las cosas; ningún
fertilizante puede forzar una flor a florecer antes de tiempo. Aquí
reside la conciencia mientras aprendemos a notar los cambios en las plantas
bajo nuestro cuidado y discernir qué necesitan para prosperar. Aquí permanece
la interdependencia; no tendríamos zanahorias, maíz o cerezas sin los
murciélagos, aves y abejas jugando con el polen. En un jardín, aceptamos
de forma natural el ciclo de la vida, la muerte y renacimiento mientras decimos
adiós a la alegría de los colores de las estaciones y dejamos que las siembras
de flores descansen en paz, anticipando sus capullos y flores de nuevo.
De igual
forma que los frutos de cultivar un jardín exceden la labor—el deshierbe y la
siembra y otras múltiples tareas—así también son las riquezas de atender una
vida espiritual que sobrepasa el esfuerzo. Hacemos bien en regocijarnos en el
espacio sagrado creado, compartiendo cada cualidad espiritual creada dentro y
reflejada en la obra Divina. Respirando el perfume floral que trae la brisa y
que revela texturas multicolores de arte viviente, celebramos el hecho de que
nosotros también somos participantes aportando nuestra parte en el milagro
natural de la vida.
POR APRIL THOMPSON
Conéctese con la escritora independiente April Thompson en www.AprilWrites.com.
Fuente: http://www.naturalawakeningsmag.com/Natural-Awakenings-en-Espanol/Marzo-2014
Fuente: http://www.naturalawakeningsmag.com/Natural-Awakenings-en-Espanol/Marzo-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario